Si vais recorriendo la provincia de Soria, notaréis que muchos de los lugares parecen pueblos fantasmas. No obstante, la mayoría de estas antiguas villas son lugares que conservan un legado histórico excepcional y para nada aterrador. Tal es el caso del despoblado de Peñalcazar, hogar del Castillo de Peñalcazar que desde el siglo XIII lleva con orgullo su mismo nombre.
El Castillo de Peñalcazar fue un importante punto del territorio de Castilla donde convergieron variedad de culturas. Del mismo modo, tras el período de reconquista se posicionó como uno de los lugares más disputados a manos de castellanos y aragoneses.
Tanto las guerras como los conflictos paulatinamente fueron guiando la villa a las ruinas. Asimismo, también tuvo que soportar variedad de asedios y ataques liderados por monarcas como Enrique de Trastámara.
Debido a esto, no es de extrañar que todo el conjunto llegase a nuestros días en un estado deplorable. Sin embargo, para los que conocéis de castillos, explorar las ruinas de esta fortaleza sigue siendo una flipante aventura, ¿os atreverías a ir?
Historia del Castillo de Peñalcazar
La villa de Peñalcazar disfrutó de gran notoriedad durante la Edad Media. Esto se atestigua gracias a las ruinas, objetos y sepulcros antiguos encontrados en el lugar, fechados para distintas etapas de aquel importante período histórico.
Dada la concurrencia en el sector, se sabe que esta villa fue poblada por la llamada Centobriga romana; también albergó a poblaciones celtas y musulmanas.
En 972, según refleja el fuero de Soria del S.XIII, era conocida como Alcázar, lugar gobernado por los hijos del valí de Campo de Gómara. Dos años más tarde, se piensa que la villa sufrió un asedio cristiano a manos de Garci Fernández.
Tiempo después, durante la dominación islámica, la plaza del pueblo fue uno de los lugares donde el Cid pagó parias tras la conquista de Alcocer. A razón de esta intervención, el actual despoblado de Peñalcazar, hoy en día forma parte del Camino del Cid.
El castillo como lo conocéis se construyó durante el siglo XIII, sin embargo, según la documentación no estuvo terminado hasta el siglo XIV.
Tras suscitarse el exilio de los árabes, la villa quedó dentro del territorio de Castilla al filo de la frontera con el reino de Aragón. En consecuencia, tanto el castillo de Peñalcazar como la población sufrieron los estragos de los conflictos fronterizos ocurridos durante el siglo XIV.
Un siglo más tarde, luego de que Juan II de Castilla tomase Atienza, la villa fue conquistada por los navarros. Posteriormente, en 1706, el lugar es asaltado y saqueado a voluntad del Archiduque Carlos; no obstante, la villa ya se hallaba en ruinas.
La iniciativa del noble se dio en pleno apogeo de la Guerra de Sucesión, momento en que fueron atacadas otras villas, como Serón y Almenar.
El Castillo de Peñalcazar en el presente
Desde la segunda mitad del siglo XX el territorio de Peñalcazar ha permanecido despoblado. Sin embargo, de acuerdo con el Decreto de 1949, todas las ruinas del castillo y otras construcciones antiguas forman parte del Patrimonio Histórico Español.
Asimismo, la fortaleza de Peñalcazar figura como una propiedad privada que, hasta la fecha, se mantiene sin uso.
También puede visitarlo, aunque si vais a visitarla os recomiendo que tengáis cuidado, pues todo el terreno es inestable. Dado el libre acceso, podréis dejar el coche aparcado en el pueblo y continuar vuestro recorrido a pie.
Estilo arquitectónico del castillo
De acuerdo con el estilo arquitectónico y la tipología de la fortaleza, el Castillo de Peñalcazar se cataloga recinto amurallado.
A pesar de que se construyó en mampostería con muros gruesos, actualmente, sólo se conservan dos lienzos de la muralla que rodeaba la población. La parte de mejor aspecto mide aproximadamente 100 metros y se encuentra en el extremo oeste; todavía se distinguen su almenaje original.
Junto a esta construcción se ubica otro de los accesos y un torreón que protege una antigua cisterna. También se aprecian restos del alcázar y sus puertas de acceso que fueron desmanteladas para construir caseríos en la villa.
En cuanto al pueblo, aún quedan algunas edificaciones en pie, entre ellas sobresale una iglesia con un antiguo campanario abandonado.
Pese al deslucido ambiente, todo el conjunto goza de una increíble vista panorámica gracias a su enclave a 1.249 metros de altitud.