Castillo de Soria: Historia y lamentable final

Si vais de paso por el centro de la provincia de Soria, encontraréis en su capital, unas ruinas majestuosas procedentes de la época medieval. Estos vestigios alguna vez fueron los cimientos de una antigua fortaleza que hasta el día de hoy se preserva en el legado histórico del lugar. Se trata del Castillo de Soria, una fortaleza cuyos orígenes datan, probablemente, del siglo IX.

Pero eso no es todo, además del castillo, la capital soriana cuenta con una de las murallas más extensas de la antigua España medieval. Anteriormente, esta se extendía por 4.100 metros de longitud y contaba con más de ocho puertas de acceso para entrar a la ciudad. Durante la época, se utilizó para la defensa, trazando una línea de protección entre los cerros del Mirón y el Castillo.

A pesar de su impresionante valor arquitectónico, la historia del castillo de la capital de la provincia de Soria tuvo un final penoso. Actualmente, sólo se conservan los vestigios de la fortaleza y algunos tramos de la muralla que llegaron a nuestros días. No obstante, si algo conservan estas ruinas es la belleza del pasado que merece la pena volver a relatar.

¿Te apetece conocer más sobre este inigualable baluarte medieval?, ¡entonces, seguid leyendo este entretenido post!

Historia del Castillo medieval de Soria

Según los historiadores, existe una pequeña referencia que habla de un castro primitivo que data del siglo IX, durante la época de dominio árabe.

En aquel entonces, se cree que la fortaleza poseía un carácter netamente defensivo para servir de vigilancia en las proximidades del Duero. Igualmente, protegía la plaza musulmana de Medina-Soria, la cual en algún momento prestó refugio al califato de los omeyas, Suleimán I.

Pese a las incongruencias que existen sobre los inicios de este castillo, su construcción definitiva se atribuye al Conde de Castilla, Fernán González. Asimismo, se tienen datos legítimos en los que, la ciudad de Soria, su castillo y su muralla se erigieron en el año 1119.

Dicha fecha coincide con el testimonio de los Anales Compostelanos, los cuales expresaron que, el emprendedor del lugar fue Alfonso I de Aragón. Para ese momento, por iniciativa del monarca el torreón de la fortaleza y el recinto exterior se ampliaron, fortaleciendo así el punto de control estratégico.

A finales del siglo XII, en 1196, el ataque del rey Sancho VII de Navarra (el fuerte) devastó la villa de Soria. Este acontecimiento fue determinante para la población de Soria, pues, en consecuencia, se reforzó la muralla que defendía el lugar. Es así como la villa logra posicionarse como un enclave estratégico para el control de los caminos castellanos por la ruta del río Duero.

Entre otros sucesos, el hijo de Pedro I de Castilla, D. Juan de Castilla, estuvo cautivo en la fortaleza de Soria durante un tiempo. De acuerdo con la leyenda, en este lugar se suscitó el enamoramiento y el casamiento del noble con la hija del alcaide, Elvira de Eril.

El Castillo de Soria en años posteriores

Entre los siglos XIII-XIV, el Castillo de Soria se convierte en el principal signatario de las rivalidades entre los reyes de Castilla. Más tarde en el siglo XV, continuaron las disputas a manos de los nobles que combatían a favor del rey y el señorío del recinto.

De acuerdo con la documentación, este suceso se acentuó tras el nombramiento del alcaide por voluntad de la Casa Troncal de Linajes de Soria. No obstante, dicha situación cambió en el S.XVI, cuando su relevancia fue decayendo al disiparse los conflictos existentes en las fronteras de Castilla y Aragón

Con el pasar de los años, la villa se mantuvo en un estado de serenidad hasta la llegada del siglo XVIII. Este momento marcó un precedente en la historia de la ciudad, pues la fortaleza volvió a ganar interés al participar en la Guerra de Sucesión.

Durante la Guerra de Independencia española, específicamente en 1812, se ordenó la destrucción del castillo por voluntad del brigadier José Joaquín Durán. Aunque poco práctica, su decisión fue puesta en práctica para evitar que las tropas francesas pudieran refugiarse en esta.

Como resultado, la villa de Soria, el castillo y la muralla se redujeron a ruinas que, posteriormente, fueron abandonadas después de la contienda.

El Castillo de Soria en tiempos modernos

Al asentarse el siglo XX, el lugar donde hoy en día descansan los restos del castillo se transformó en uno de los parques de la localidad.

De igual forma, sus alrededores funcionan ahora como el Parador Nacional Antonio Machado para la ciudad y un balcón privilegiado para apreciar vistas panorámicas. Desde lo alto de este enclave, todavía es posible apreciar los márgenes del río Duero, además de otras edificaciones como la Ermita de San Saturio.

Cabe destacar que las pinturas de la ermita son las únicas representaciones pictóricas donde es posible apreciar el aspecto original del Castillo de Soria. Estas fueron realizadas por Juan Antonio Zapata durante el siglo XVIII; al fondo de las pinturas se vislumbra la forma del fuerte difuminado.

En el lienzo norte del parque también se encuentra un depósito abandonado de agua que anteriormente se situaba junto a la nevera de la ciudad. Del mismo modo, allí se puede observar un monumento al Sagrado Corazón de Jesús que se construyó durante el período de Alfonso XII.

En concordancia con los historiadores, en esta área se hallaban lugares de gran relevancia como la extensión de la judería y una pintoresca iglesia. Hacia el extremo oeste, está el cementerio que sirvió al Castillo de Soria y la capital, y las iglesias desaparecidas de San Sadornil y Santiago

El parque también alberga una galería expositiva situada en el antiguo depósito de aguas de la fortaleza que, en el presente se halla en desuso. Otro elemento para destacar, aparte de la belleza del conjunto, son las variedades de especies vegetales que rodean las ruinas de la fortaleza.

Como podréis esperar, el lugar es visitable en cualquier época del año, siendo de entrada libre para cualquier curioso que desee explorar su grandeza.

Arquitectura del castillo

En términos de arquitectura, el lugar se componía de varias dependencias importantes. Asimismo, se conoce la disposición de estas gracias a la reconstrucción del castillo realizada por Dionisio Badiola a inicios del siglo XIX.

De esta forma, la fortaleza propiamente dicha, originalmente se erigió en una planta de forma trapezoidal, flanqueada por cuatro torreones en sus esquinas.

Justo en la fachada principal se situaba la entrada del castillo, la cual contó con otra torrecilla empleada como elemento defensivo. En el extremo de mayor seguridad se situaba la Torre del Homenaje del conjunto.

Esta torre trazaba una forma rectangular, típica de la época, fabricada en mampostería con muros de tres metros de espesor. Al interior se encontraba dividida en dos plantas reforzadas con bóvedas de ladrillo.

Hacia el lienzo oriental se situaban algunos graneros, almacenes y dependencias que fueron adicionadas a la estructura cuando esta adquirió su carácter de residencia señorial.

Como es de esperarse, alrededor del patio de armas se distribuían las dependencias; dentro de este también se encontraba el antiguo aljibe. Este espacio se encontraba situado al este del recinto, a las proximidades de la muralla interior, cuya forma se ceñía a la superficie del terreno.

Otra de los muros iniciaba al oeste y bordeaba la anterior por el extremo que daba hacia la ciudad hasta la entrada de la fortaleza.  

Dentro del conjunto amurallado también se emplazaba la iglesia de San Salvador, empleada como capilla al servicio de los señores del fuerte. En dicho lugar se resguardaban dos de las aljamas de Soria, destacadas por gozar de actividad comercial e intelecto notorio.

En la actualidad, únicamente se alimentan en ruinas secciones de la Torre del Homenaje, la extensa muralla interna y ciertos tramos de la barrera externa.

Otras estructuras de importancia

No sólo el Castillo de Soria fue relevante para la municipalidad, al contrario, hasta la fecha otras obras de la época conservan su importancia histórica.

La muralla urbana

Tras la redención del lugar, la villa de Soria se alzó al resguardo de su castillo, ampliándose en una espaciosa cañada de la región. Su proximidad con el límite del río facilitó el desarrollo del urbanismo en el extremo oeste, así como también sirvió de defensa a la población.

El recinto amurallado con el cual contaba la ciudad contó con una superficie aproximada de 100 hectáreas y un perímetro cercano a 4.100 metros. Según los historiadores y los documentos de la época, su construcción tuvo lugar en el siglo XIII, durante el reinado de Sancho IV.

A modo de acceso, la muralla contaba con seis puertas flanqueadas con sus respectivos cubos, además de cuatro puertas de menor tamaño y un portillo. En el presente, ninguno de estos se mantiene en pie, a excepción del Postigo de San Ginés y el Postiguillo de San Agustín.

En el flanco sur de la muralla, cerca del cementerio de la comunidad, se encontraba la puerta de Valobos o de “El Sur”. Por otro lado, próxima al antiguo convento de Santa Clara se hallaba un Postiguillo que se abría al Portillo de Santa Clara o Puerta nueva.

Asimismo, la Puerta de Nájera o del Mirón se abría hacia el norte, en lo que es la actual salida a la carretera de Logroño. En la cercanía con el Duero, frente al puente se hallaba la puerta de Navarra y, más adelante, se asentaba el Postiguillo de San Pelegrín.

La Puerta o Arco de Rabanera

Una de las puertas más destacadas es la Puerta o Arco de Rabanera, la cual se encontraba situada al final de la Calle Caballeros. Recibió su nombre por la iglesia dedicada a San Juan de Rabanera, situada en las proximidades del área.

Hoy en día, sólo se conservan ciertos grabados de esta, fotografías antiguas e incluso un plano donde se aprecia su forma. En esta representación es posible observar el estado de conservación perecedero que tuvo antes de ser derribada en el año 1893.

Según los expertos, es probable que esta puerta no se alzó durante los inicios de la construcción del Castillo y el amurallado de Soria.

En realidad, se piensa que fue una estructura creada durante un periodo de reformas, pues la técnica empleada para su construcción es distinta. Tampoco corresponde a las del resto de las puertas que anteriormente habían sido terminadas en la villa.

En sus primeros años, la puerta era flanqueada por dos torres de planta cuadrada fabricadas en mampostería con sillares en cada esquina. Sobre un arco de medio punto y, aprovechando la construcción, se hallaba una modesta vivienda que contaba con balcones a ambos lados de la puerta.

La Puerta del Postigo

En la salida del Collado junto a la Plaza de Herradores, anteriormente, se alzaba la gran Puerta del Postigo; la entrada principal de la villa. Esta era protegida por el antiguo Palacio del Marqués de Vargas, del cual sólo se conserva su imponente escudo situado en la fachada del recinto.

Algunos autores atribuyen el nombre de esta puerta al suceso que ocurrió en este lugar, protagonizado por Micer Garcilaso. El cual se posicionó como Merino Mayor de Castilla, y también, actuaba como confidente del rey Alfonso XI.

El Postigo de San Ginés

Siguiendo por el camino de San Ginés, junto a las ruinas de la iglesia del mismo nombre, os vais a encontrar el Postigo de Ginés. Esta puerta permitía el acceso al río Duero para los visitantes desde ese extremo de la ciudad.

En 2011, con motivo de las obras que se realizaron alrededor del Duero y, bajo la Administración General del Estado, el Postigo se restauró. Durante el proceso, tanto el muro como la puerta se desmontaron para reconstruir los arcos exteriores y la bóveda interior con sillares de arenisca.

Postiguillo de San Agustín

Por último, junto a lo que era el antiguo Convento de San Agustín, hallaréis el Postiguillo de San Agustín. Este es un postigo de menor tamaño que hasta no hace mucho se encontraba tapiado.

Durante su época se construyó para conceder el acceso a los huertos próximos al convento cuando fue restaurado.